En tu santo nombre, San Cipriano,
yo rezo y cargo con mi devoción.
Líbrame de todo peligro y daño del prójimo,
líbrame de lo malo
y de todo animal rabioso y venenoso,
líbrame de la mala lengua
de algún malqueriente mío,
líbrame del maleficio
y ensalmamiento maligno,
dirígeme con toda felicidad
y seguridad en mis viajes,
aclárame el camino,
aleja de mi los peligros y malhechores.
También de toda tentación de mis enemigos.
Permíteme que aunque tenga lengua no me hablen.
Esta gracia te la pido por tu santidad
y por lo que en tu vida
juraste ser defensor contra los daños
y peligros que rodean al hombre
te ruego Santo mío,
que así me alcances para mí
por intercesión gloriosa para Dios.
Amén.
Esta oración se hace cuando nos levantamos y luego al acostarnos. Es decir, dos veces al día. Repetiremos esto por 7 días. La vela tiene que ser marrón oscuro.